La Revolución Demográfica fue un proceso histórico que marcó un cambio significativo en la población mundial. Se caracteriza por la transición del régimen demográfico antiguo al moderno, con una disminución de la mortalidad y la natalidad, impulsada por factores como el aumento de la producción agraria, mejores condiciones de higiene y avances médicos.

En el régimen demográfico antiguo, la población tenía una alta natalidad (nacimientos) y una alta mortalidad (muertes). Esto se debía a condiciones de vida precarias, falta de avances médicos y sanitarios, así como a la prevalencia de conflictos bélicos.

La transición demográfica fue el proceso que cambió el antiguo régimen demográfico. Se caracteriza por:

• Incremento de la producción agraria: La mejora en las técnicas agrícolas permitió alimentar a una población en crecimiento, reduciendo la hambruna.

• Mejoras en condiciones higiénicas y médicas: Avances en la medicina y la higiene pública redujeron la propagación de enfermedades, aumentando la esperanza de vida.

• Reducción de la mortalidad bélica: Períodos de paz y cambios en la tecnología militar disminuiron las bajas por conflictos armados.

Los efectos de la transición demográfica incluyen un crecimiento sostenido de la población, un envejecimiento de la misma y una mayor urbanización. Sin embargo, esta transición también presenta límites:

• Envejecimiento de la población: El aumento de la esperanza de vida ha llevado a una población más envejecida, lo que puede suponer desafíos económicos y de atención sanitaria.

• Presión sobre los recursos: El crecimiento constante de la población puede ejercer presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente.

• Desigualdades demográficas: La transición demográfica no se produce de manera uniforme en todo el mundo, lo que puede dar lugar a desigualdades en la distribución de la población.